Ser ciego es toda una odisea en Venezuela. A pesar de que en 2007 se promulgó la Ley para Personas con Discapacidad, el cambio no se manifiesta cotidianamente. Las iniciativas que se han materializado hasta ahora, no cuentan con el apoyo mancomunado de las instituciones gubernamentales, que generen las condiciones adecuadas para su funcionamiento
Maryorie Ledezma de 28 años de edad, pertenece al 1% de la población venezolana que, de acuerdo a cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es invidente. Ledezma se encuentra culminando sus estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello; sin embargo, llegar a este punto ha sido todo un reto. Las lecturas asignadas a lo largo de su carrera hicieron que la estudiante se movilizara para convertirlas a código braille, un servicio que se ofrece en muy pocos lugares de Caracas y que representa una considerable inversión de tiempo.
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Biblioteca Nacional de Venezuela |
Juan Laya, presidente de la Asociación Nacional de Ciegos de Venezuela (Ancivi), considera que la inaccesibilidad no tiene que ver con la distancia. “No se puede crear un servicio sin pensarlo. Si se quiere hacer algo por las personas que están en silla de ruedas, no se debe establecer en el quinto piso de un edificio sin ascensor y con puertas angostas”, agrega, para hacer una analogía con la hazaña que significa el ingreso a la biblioteca por parte de los invidentes. Además, advierte que esto representa la principal limitación a la hora de hacer uso de la sala.

La estación del Metro más cercana a la Biblioteca Nacional es Capitolio. Teniendo en cuenta que la sede se encuentra en la parroquia Altagracia al final de la avenida Panteón, faltarían recorrer aproximadamente cinco cuadras entre la congestión habitual del centro de la Caracas. Si se acude a la biblioteca en carro, el panorama no varía mucho, pues resulta muy difícil conseguir un estacionamiento seguro y cercano donde dejar el vehículo.
En La Hoyada se encuentra un Infocentro del Ministerio del Poder Popular para la Ciencia, Tecnología e Industrias Intermedias, que también ofrece servicios para personas con discapacidad. Ledezma afirma que el acceso a este lugar es mucho más fácil que a la biblioteca; tanto así que ella ni ha tenido la oportunidad de conocer la sala recientemente inaugurada de la institución nacional, por lo que desconocía que se prestan asistencias como la impresión en braille: una de las solicitudes más engorrosas, que las personas ciegas canalizan impacientemente cuando necesitan disponer de alguna información por escrito.
El espacio destinado para las personas con discapacidad visual en la Sala Contemporánea de la Biblioteca Nacional, está constituido por 16 computadoras, un par de mesas, una impresora braille y dos escáners, que tienen como función digitalizar los textos para su posterior uso, a través del lector de pantalla Orca: un programa para Linux -software libre- que, mediante la reproducción de textos en voz alta, permite al usuario navegar por Internet, realizar cálculos o elaborar textos. Sin embargo, Laya considera que Orca representa una barrera más para trabajar en la Biblioteca Nacional, pues, hasta los momentos, Windows sigue operando en la mayoría de los equipos de computación. “Los cursos de capacitación de la sala se orientan al uso de este programa y resulta paradójico que, en lugar de ofrecer un servicio más integral, que beneficie a los usuarios dentro y fuera de las instalaciones, se restrinja la extensión de sus posibilidades a un software”, afirma.
Helena Rojas, coordinadora de la Unidad de Apoyo para la Discapacidad de la Universidad Monte Ávila, difiere de Laya en este sentido. “A pesar de que en la universidad se trabaja con Jaws –sintetizador de voz para Windows-, la gente no debe casarse con un solo software. Si existe la posibilidad de manejar todos los programas, se tenga alguna discapacidad o no, la competitividad a nivel laboral será mayor”, afirma.
Más opciones; menos visitas

Rebeca Cuenca, jefa de división de la Sala Contemporánea de la Biblioteca Nacional, asegura que el servicio para personas con discapacidad visual ya cuenta con aproximadamente 15.600 materiales digitalizados, como libros, revistas y películas, que están listos para su lectura a través de Orca. Adriana Rodríguez, invidente de 27 años de edad, licenciada en Letras y empleada de la sala, explica que el usuario puede solicitar la digitalización de un texto si éste no se encuentra en la base de datos preparada. No obstante, todas estas alternativas que pone a disposición la biblioteca, no han sido suficientes para posicionar el servicio como puente de acceso a la información para los que más la necesitan.

¿Leyes sin efectos?
La Ley para las Personas con Discapacidad se promulgó el 5 de enero de 2007 y establece en su Artículo 35: “Los órganos y entes de la administración pública nacional, estadal y municipal, y todas las personas naturales y jurídicas de derecho privado, están obligados a garantizar el pleno acceso, brindar atención preferencial y crear mecanismos adecuados y efectivos para facilitar información, trámites y demás servicios que prestan a las personas con discapacidad”. A pesar de que la iniciativa de la biblioteca responde a esta ordenanza, no ha generado un impacto contundente en términos de acceso a la información. Virginia Betancourt, ex directora de la Biblioteca Nacional, afirma que es un proyecto con el que está de acuerdo, pero resalta que nunca es suficiente. Además, agrega que las instituciones no deben limitarse a brindar un servicio, sino a reforzarlo constantemente para mejorarlo.
Es un hecho que la sala para invidentes que inauguró la Biblioteca Nacional persigue la inclusión social y la igualdad de posibilidades para todos. Sin embargo, los intentos de promoción del salón han sido en vano, pues la vialidad y la poca infraestructura que Caracas ofrece a las personas con discapacidad, impiden que el proyecto se consolide. Esta iniciativa que se llevó a cabo en el marco de la ley, resulta aislada de la realidad social, porque no se trata de ejercutarla de manera individual, sino como un país. El trabajo en equipo podría ser la fórmula para lograr que los pocos servicios que brindan oportunidades a los que más los necesitan, resulten verdaderamente favorecedores, pues de acuerdo con cifras del INE para el 2001, en la capital sólo 528 personas invidentes superaron los obstáculos para obtener una formación universitaria.
Me gustó full! Te quedó bastante bien y reflexivo!
ResponderEliminarÉxito!!
Gracias!!!!
ResponderEliminarEste puede ser buen tema para una crónica. Creo que las imágenes ilustran bastante del camino que se debe hacer para llegar al lugar y de alguna forma, envuelven al lector.
ResponderEliminar¡Bien!
Grecia: está buenísimo! Felicitacioines
ResponderEliminarMariela